3/11/19

Apuntes para una historia de los cameranos en Málaga (3 de 3)


Por Fernando Alonso González

LA VIDA DE LOS CAMERANOS EN MÁLAGA

Cuando llegaba a Málaga un camerano, sus propios paisanos le proporcionaban colocación o los contactos para comenzar a labrarse un porvenir. Como dijimos más arriba, encontraban una estrecha solidaridad, cálida humanidad y fraternal compañerismo detrás del mostrador, ya que casi todos se dedicaron a la actividad comercial. En Málaga, la calle más solicitada por los comerciantes era la calle Nueva, en la que en la segunda mitad del siglo XIX el número de tiendas era mayor que el de hoy, ya que la especulación y la escasez de suelo disponible hacía que muchos comercios tuvieran solo unos tres metros de fachada y algunos más de profundidad, lo que daba lugar a unos locales de unos 20 metros cuadrados o poco más. Las tiendas eran pequeñas, con escaso atractivo visual y deficiente iluminación.

A mediados del siglo XIX había en la calle Nueva aproximadamente 70 locales, que actualmente se reducen a unos 38, de los que muy pocos conservan el tamaño original: corresponden a los números 8 y 21 de la calle Nueva. El historiador malagueño Víctor Heredia9 llama a estos pequeños locales de “sala y alcoba” porque, aunque hoy nos parezca sorprendente, eran utilizados también como vivienda, ya que los propietarios y los empleados dormían en la trastienda, a veces en pequeños habitáculos improvisados sin las menores condiciones higiénicas, o incluso detrás de los mostradores en unos colchones que se sacaban debajo de estos.

Los dependientes estaban empadronados debajo del nombre del dueño, algunos de los cuales llegaban cuando eran niños porque sus padres se los encomendaban al dueño para que los hicieran “un hombre”, y permanecían toda la vida en la tienda. Eran una especie de empleados versátiles, ya que atendían al negocio y muchas veces ayudaban también en las labores domésticas. Aquello era su casa y su familia. Después de comer se les ponía una cafetera para que fueran diligentes en su trabajo y, de noche, vino para que no salieran y se durmieran pronto. Las tiendas abrían muy pronto, a las ocho de la mañana o incluso antes, y permanecían abiertas hasta bien entrada la noche, aunque suponemos que los dependientes se turnaban para abrir o cerrar el negocio. Como tampoco descansaban los domingos, unos treinta empleados del comercio textil se declararon en huelga el 26 de julio de 1872 y elevaron a sus jefes un manifiesto en el que pedían descansar los festivos, como ya se hacía en Barcelona o en Sevilla. Todos accedieron a sus peticiones menos tres comerciantes de la calle Nueva, contra los que hubo protestas.10

Lo más sorprendente de todo es que no cobraban mensualidades, sino que el dueño les iba acumulando el dinero año tras año y, tras diez o veinte años de trabajo, lo cobraban todo de golpe y se establecían por su cuenta, ayudados por sus antiguos jefes. Eran otros tiempos...

Clemente Solo de Zaldívar es el último camerano que queda en la calle Nueva y es propietario de Zaldihogar, un negocio textil como el de sus antepasados. Recuerda por tradición familiar algunas anécdotas de esta forma de vida tan sacrificada. Así, era común colocar un paño rojo para indicar que ya podía subir a comer el siguiente dependiente. Muchos eran conocidos por la calle por su peculiar forma de andar, como si fueran “limpiando” la calle ya que, de tantas horas que pasaban detrás del mostrador pegando los pies a este, andaban con los pies en ángulo recto. Algunos recibían el domingo una pequeña cantidad de dinero para que se tomasen o se comprasen algo y eran tan honrados que devolvían a su jefe lo que les había sobrado. Y así podíamos seguir refiriendo historias y más historias de unos tiempos que ya han caído en el olvido.11

En cuanto a las prácticas comerciales, lo habitual era el regateo pues no existía el precio fijo como hoy. Las prendas no estaban al alcance del público porque podrían deteriorarse o ser sustraídas. Muchas se guardaban en arcas o baúles12, siguiendo la tradición de que “el buen paño en el arca se vende”. Algunos clientes no iban a comprar, sino que acercaban por la tienda para echar un rato de tertulia, para hacer algún encargo o simplemente para pasar la tarde.

Muchos cameranos destacaron por su fino olfato para los negocios. Aunque la mayoría se dedicaron al comercio, fundamentalmente textil, también se ocupaban del préstamo de dinero, en una época en la que todavía no existían los bancos, con lo que algunos amasaron fortunas considerables. Estaban además abiertos a la innovación. Así, algunos diversificaban sus negocios, invirtiendo en comercios pertenecientes a diferentes ramos; otros se centraron en la exportación de productos de la tierra y en la importación de productos extranjeros, por lo que descubrieron ya la importancia de aprender idiomas.

En sus negocios fueron pioneros en la implantación de importantes cambios que se acabarían extendiendo a otros comercios malagueños, tales como marcar con un precio fijo todos los productos que estuviesen a la venta, evitando así el usual regateo; permitir la anulación de la venta si el cliente lo deseaba, devolviéndole el importe de la compra; entregar una comisión sobre las ventas a sus empleados; fijar precios más bajos que otras tiendas; o colocar los artículos en vitrinas o estanterías al alcance del cliente. Estas y otras medidas revolucionaron sus tiendas.

Con su trabajo y esfuerzo, los cameranos se situaban muy pronto. Hemos calculado en unos diez o quince años el tiempo que empleaban en independizarse y establecerse por su cuenta, aunque algunos, como hemos comentado más arriba, permanecían como empleados toda la vida en el mismo comercio, como un miembro más de la familia.

Otro punto común a algunos cameranos es su tendencia a la soltería o a casarse en edad madura. El historiador Manuel Muñoz observó ya “que tenían cierta fobia a pasar por la sacristía”. Nosotros pensamos que su entrega al trabajo era tan intensa que apenas tenían tiempo para enamorarse. Aunque es cierto que algunos se casaron a una edad temprana, otros lo hicieron a una edad ya avanzada para su época y con mujeres que tenían que ser mucho más jóvenes que ellos, si querían engendrar descendencia. Este es el caso de mi bisabuelo, Juan Alonso Cossío, hijo de cameranos, que en 1892 se casó a los 37 años con una chica que tenía veinte años menos y que fue al matrimonio obligada. María del Rosario Jiménez Jiménez era sobrina del apoderado de los Larios y su familia era la propietaria de las bodegas Jiménez y Lamothe, que acabarían comprando los Larios, lo que explica muchas cosas.

Los cameranos malagueños veneraban a la Virgen de Valvanera, de la que son muy devotos en La Rioja. Sabemos por el Archivo Díaz de Escovar que se le rendía culto en la iglesia de San Agustín. Existió en Málaga una Real y Canónica Congregación de María Santísima de Valvanera de la que en 1856 fue Hermano Mayor José Martínez de Hurtado; Consiliario Primero, Martín Larios Herreros; Consiliario Segundo, Tomás Heredia Livermore; y miembros de la Junta de Gobierno otros cameranos como Luciano Martínez de Llera. En la iglesia de San Agustín también existió un panteón de “Nuestra Señora de Balbanera” (sic), que había costeado la Hermandad de castellanos (recordemos, una vez más, que La Rioja entonces pertenecía a Castilla la Vieja).



En las obras de restauración de la iglesia de San Agustín llevadas a cabo en los años 2003 y 2004, aparecieron algunos sepulcros de cameranos, como el de los hijos pequeños de Manuel Agustín Heredia o el del hermano mayor del primer marqués de Larios, Manuel Domingo Larios, fallecido en 1830 a los 44 años.

Nosotros, por tradición oral, hemos oído de la existencia de un cuadro de la Virgen de Valvanera que se veneraba en la iglesia de los Mártires. Hemos intentado localizarlo y el sacristán recordaba haberlo visto colgado en la sacristía, porque era una reproducción estampada o fotográfica. Ya nadie sabe dónde está.

APÉNDICE: COMERCIANTES CAMERANOS EN CALLE NUEVA SEGÚN EL PADRÓN MUNICIPAL DEL AÑO 1865

Según el padrón municipal fechado el 20 de enero de 1865, conservado en el Archivo Municipal de Málaga, vivían en calle Nueva 201 varones y 146 hembras, sumando un total de 347 vecinos. En esta calle, la más comercial de Málaga, existían 68 números, de los que uno correspondía a la iglesia de la Concepción (el 29), otro estaba sin habitar (46) y otros tres habían pertenecido al camerano Luciano Martínez (28, 30 y 32), fallecido el año anterior. Estas tres últimas casas se habían derribado para construir el pasaje que aún hoy lleva su nombre, flanqueado por dos espectaculares edificios, uno a cada lado del citado pasaje.

Señalamos en el cuadro la procedencia de los dueños de los negocios, no dónde habían nacido, pues algunos de ellos eran naturales de Málaga aunque sus padres o ascendientes procedían de los Cameros. En algunos casos el pueblo de origen no pertenece a los Cameros pero sí a La Rioja (Berceo y Munilla). El pueblo con más emigrantes era Laguna de Cameros. En la lista constan al menos 21 nombres de cameranos que ocupan 26 números de la calle Nueva, esto contando solo con los titulares de los comercios y no con los dependientes, muchos de los cuales eran también riojanos. Si a ello sumamos los que constan nacidos en Málaga pero de origen camerano que no he podido localizar, podemos afirmar que más de la mitad de la calle más comercial de Málaga estaba tomada por los cameranos.

Llama la atención que estos ocupaban especialmente el final de la calle Nueva, próximo a la actual plaza de Félix Sáenz, entonces plaza de la Alhóndiga. Si comparamos este padrón de 1865 con el de cinco años antes, podemos sumar a la lista otros cuatro cameranos más: Fernando López Gómez, Gregorio González, Luciano Martínez y Santos García Gil. Era tal la cantidad de riojanos que habitaban la calle Nueva en 1860 que en este padrón el funcionario municipal se limitaba a señalar la procedencia “Cameros”, sin precisar más.


NÚMERO DE LA CALLE NUEVA
NOMBRE
EDAD
PROCEDENCIA
1
FRUCTUOSO MÁRTÍNEZ
36
MUNILLA
9 y 11
JOSÉ MARÍA ÁLVAREZ MARTÍNEZ
65
LAGUNA DE CAMEROS
25
JOSÉ FRAILE
50
LAGUNA DE CAMEROS
33
ILDENFONSO GARCÍA
65
LAGUNA DE CAMEROS
45
PANTALEÓN GIMÉNEZ MARTÍNEZ
34
NESTARES
47
SIMEÓN GIMÉNEZ MARTÍNEZ
35
NESTARES
49
MIGUEL GARCÍA JIMÉNEZ
55
BERCEO
51
JULIÁN GARCÍA
34
LAGUNA DE CAMEROS
55
MELITÓN OLMO
34
ALMARZA DE CAMEROS
57
MATÍAS OLMO
32
ALMARZA DE CAMEROS
2 y 4
JUAN GÓMEZ GARCÍA
35
LAGUNA DE CAMEROS
10
DOMINGO FERNÁNDEZ
43
VADILLOS DE CAMEROS
12
MARTÍN DOMÍNGUEZ
38
RABANERA DE CAMEROS
22
DOMINGO ALFARO
49
LAGUNA DE CAMEROS
36 y 38
PEDRO GONZÁLEZ
40
PINILLOS DE CAMEROS
40
MANUEL ÁLVAREZ FONSECA
43
LAGUNA DE CAMEROS
42 y 44
FÉLIX JOSÉ GONZÁLEZ
41
PINILLOS DE CAMEROS
50
ANSELMO RUIZ
38
RABANERA DE CAMEROS
52
PABLO IBÁÑEZ
34
VILLOSLADA DE CAMEROS
54 y 56
LEANDRO GARCÍA
34
LAGUNA DE CAMEROS
60
MATÍAS BENITO SÁENZ
31
LAGUNA DE CAMEROS


NOTAS

9- HEREDIA FLORES, Víctor, La mirada recuperada. Memoria de mujeres en las calles malagueñas, Ayuntamiento de Málaga, 2007, página 81.
10- El Avisador Malagueño, 27 de julio de 1872.
11- Copio estos últimos párrafos, con algunos añadidos, de mi libro Comercios Históricos Malagueños, Ediciones Del Genal, Málaga, 2018, página 53.
12- Así, al menos, lo hacían en los comercios madrileños de la época. DEL REGUERO, Víctor: Madrid, aquel comercio, Ediciones La Librería, 2011, página 108.

BIBLIOGRAFÍA

ALLONA Y CAÑAS, Basilio: Ensayo de monografía histórica de Laguna de Cameros, Imprenta y Librería Moderna, 1925. Hay facsímil de editorial Maxtor, 2019.

CALVO TORRE, Roberto y REDONDO MORENO, Concepción: Hijos ilustres del Camero Viejo, Instituto de Estudios Riojanos, 2005.

HEREDIA GRUND, María Pía: Memorias de una nieta de don Manuel Agustín Heredia, Ayuntamiento de Málaga, 2011. (Edición original de Rivadeneyra, Madrid, 1955).

MÉRIDA, Domingo: 3.900 calles. Enciclopedia del callejero malagueño, Ayuntamiento de Málaga, 2004.

MUÑOZ MARTÍN, Manuel: Cameranos en Málaga en el siglo XIX, Revista Isla de Arriarán, número 7, Málaga, 1996, páginas 125-136.

MUÑOZ MARTÍN, Manuel: Los promotores de la economía malagueña del siglo XIX, Colegio de Economistas de Málaga y Fundación Unicaja, 2008.

MUÑOZ MARTÍN, Manuel: La Málaga de ayer, sus vecinos y sus hechos en el recuerdo, Ediciones del Genal, Málaga, 2016.

PAREJO, Antonio y otros: Grandes empresarios andaluces, LID Editorial, Madrid, 2011.

ROJO MORENO, Miguel y RUBIO DE TEJADA, Tomás: Los cameranos. Un viaje de ida y vuelta, Revista Péndulo, número 25, Málaga, 2014, páginas 138-154.

VICENTE ELÍAS, Luis: Trashumantes riojanos, Gobierno de la Rioja, 2003.