Por Fernando Alonso González
El iniciador de la saga de los
Álvarez fue Manuel Álvarez Francisca. Había nacido en Lisboa en la segunda
mitad del siglo XVIII, en una fecha que no hemos podido determinar. Pertenecía
a una familia de Laguna de Cameros que había emigrado a la capital portuguesa a
mediados del siglo XVIII. No sabemos cuándo llegó el primer Álvarez a Málaga
desde Lisboa. Sí que se casó en 1796 con Isabel Martínez González, otra
camerana, con la que tuvo un solo hijo en el año 1800, al que llamaron José
María. Sorprendentemente, seis generaciones después, el hijo de su tataranieto
aún recuerda que sus antepasados procedían de Laguna de Cameros.
José María Álvarez Martínez
era hijo único, que sepamos, de Manuel Álvarez Francisca y de Isabel Martínez
González. Se casó en 1819 con Salvadora Fonseca Vázquez, con la que tuvo
ocho hijos, los Álvarez Fonseca, de los que seis llegaron a adultos: Josefa
(nacida en 1821), Manuel (1822), José (1825), Isabel (1827), Dolores (1830) y
Asunción Álvarez Fonseca (1834). En 1845 falleció de manera prematura su
esposa, sin que sepamos las causas, y cinco años más tarde, en 1850, José María
Álvarez se volvió a casar con otra camerana, Manuela Martínez, que también
falleció poco después tras dejar una hija que murió a los tres años, tan
elevada era entonces la mortalidad infantil.
José María Álvarez tuvo una
larga y activa existencia (dos mujeres y nueve hijos) y heredó el carácter
emprendedor de su padre. Él fue el que se estableció en la entrada de la calle
Nueva, en los números 9 y 11. Poco a poco fue arrendado o comprando los locales
colindantes para ampliar su negocio textil en el que se especializó, como el
resto de los cameranos que ocupaban de manera mayoritaria la calle más
comercial de la ciudad. También fundó José María, y esto sí que es novedoso,
una banca, a la que llamó Banca Fonseca. Tenemos que tener en cuenta que
la banca que creó José María, en fecha que ignoramos, no era un banco tal y
como hoy lo entendemos, sino que se dedicaba al préstamo de importantes
cantidades de dinero, para lo que tomaba como aval alguna propiedad del que lo
solicitaba. Pensamos que este negocio le debió de reportar a José María Álvarez
pingües beneficios y es bastante probable que sea el origen de su fortuna.
Balanza utilizada en la Banca Fonseca (archivo familiar)
De los dos hijos varones que
llegaron a adultos, Manuel y José, José María tuvo una singular preferencia por
el segundo, sin que conozcamos los motivos, al que favoreció en sus negocios y
al que podemos considerar el continuador de la saga familiar. Con su hijo José
formó una sociedad en 1867 bajo la denominación José María Álvarez e Hijo
“para el comercio de manufacturas nacionales y extranjeras, géneros y tejidos,
y toda clase de tráfico que se juzguen convenientes”. Para dicha sociedad
aportó una casa en la calle Siete Revueltas 2 (a la espaldas de calle Nueva) y
la extraordinaria cantidad de 1.345.650 pesetas de la época, mientras que su
hijo José contribuyó con 375.000 pesetas.
Además, antes de fallecer, le
vendió a su hijo José a un precio simbólico tres casas en la calle Nueva
(números 11,12 y 13). A su nieto José María Álvarez Net, sin duda su favorito
(que por entonces tenía 10 años), le dejó en su testamento su reloj con cadena
de oro “como estímulo para su aplicación”. En cambio, su hijo mayor Manuel solo
heredó de su padre 2.500 pesetas, cantidad que se nos antoja ridícula en
comparación con el importante patrimonio y las grandes sumas de dinero, una
fabulosa fortuna para la época, que heredó su otro hermano José.