Por José M. Domínguez Martínez
Hace
años, muchos años, conocí a un niño con un comportamiento bastante,
aparentemente, extraño. Su padre había escalado a las más altas cotas del
sector de la industria química y, sin embargo, el niño decía estar angustiado
por él, aquejado ya por un fuerte vértigo a las alturas.
En varias
ocasiones, tuve la oportunidad de visitar las instalaciones de la factoría que
Amoniaco Español había establecido en Málaga a primeros de los años sesenta del
pasado siglo. Ramón Guevara Castro, experto y sagaz contable, con quien me
unían lazos familiares, me las mostraba con enorme orgullo. Visitar la fábrica,
a escasos kilómetros del centro de la capital, en la carretera de Campanillas,
era como trasladarse a las modernidades de la era industrial norteamericana.
Parecía increíble que allí pudieran existir semejantes estructuras productivas y
se aplicaran estándares organizativos tan avanzados. Los testimonios actuales
de personas que formaron parte de la plantilla manifiestan los, para la época y
en el entorno, sorprendentes atributos exhibidos en aquella empresa
especializada en la producción de fertilizantes nitrogenados y líquidos
(Alfonso Vázquez, “Medio
siglo de una fábrica inolvidable”, La Opinión de Málaga, 7 de diciembre de
2014).
La
factoría había sido inaugurada a finales de octubre del año 1964, con presencia
del ministro Gregorio López Bravo, referencia esencial de los Planes de
Desarrollo, así como del vicepresidente de Standar Oil Co (Ángel Escalera, “Amoniaco:
una fábrica para el recuerdo”, Sur, 14 de diciembre de 2014).
Curiosamente,
el proyecto empresarial se materializó en Málaga después de haberse previsto
inicialmente en Sevilla [Fernando Heredia Sánchez, “La génesis de una fábrica
en la Andalucía del desarrollismo franquista: ‘Amoniaco Español, S.A.’
(1957-1964)”, Actas del III Congreso de Historia de Andalucía, Córdoba, 2001].
A través
de diferentes fases, Amoniaco Español tuvo un gran relieve, tanto material como
simbólico, en la estructura socioeconómica de la provincia de Málaga. Elías de
Mateo y Víctor Heredia (“Málaga Tecnológica”, Fundación Málaga, 2012) han
documentado el liderazgo ejercido por la factoría en algunas líneas productivas,
hasta su desmantelamiento en el año 1990.
Las
imágenes de la fábrica en pleno funcionamiento siguen hoy vivas en Internet,
imágenes ciertamente impactantes en contraposición con la Málaga museística de
nuestros días. No en menor medida lo son la gran cantidad de emisiones de gases
que surgían de sus chimeneas. El mundo tiene un grave problema medioambiental.
La actividad industrial ha sido muy perniciosa en ese sentido, pero eso no
quita para reconocer que, queramos o no, también somos hijos de esa actividad
contaminante. Tal vez, de haber sido entonces conscientes de los costes no
medidos, la sociedad habría ralentizado la marcha y, quién sabe, ahora
estaríamos en otra posición. Ya no se puede retroceder, aunque sí actuar con
vistas a un futuro mejor y más equilibrado.
Muchas
son las cuestiones de interés que suscita la evocación de una factoría de
“campanillas” como la “del Amoniaco”: impacto en la base industrial, tecnología,
promoción del desarrollo económico, avance de la agricultura, interrelaciones
económicas, cambios de paradigmas, reconversiones, medio ambiente, relaciones
laborales, etc.
Más de
medio siglo después volví a encontrarme con aquel niño, de mi misma edad. Entonces
me recordó que su padre, después de un periplo por Alemania como emigrante,
encontró un empleo en la fábrica malagueña. Me enfatizó que esa era la palabra
que le gustaba, y no la moderna acepción de migrante, entre otras cosas, porque
un tío suyo compuso una copla titulada “La canción del emigrante”, que, al
parecer, llegó a ser muy conocida entre los inmigrantes españoles en Francia.
En ese encuentro me refrescó la memoria al decirme, emocionado, que todavía le
atormentaba la idea de que su padre pudiera haberse caído desde lo alto de las
chimeneas de la emblemática factoría, a las que ascendía para mantenerlas
limpias.
Fuente: “Amoniaco, una fábrica para el recuerdo”,
diario Sur, 14 de diciembre de 2014