31/3/20

12 cameranos que dejaron huella (11 de 12): Félix Sáenz Calvo (1859-1926)


Por Fernando Alonso González

Hablar de Félix Sáenz es hablar de una de las personalidades más queridas y populares en la Málaga de principios del siglo XX. Junto a Martín Larios y a Manuel Agustín Heredia, forma la trilogía clásica de cameranos ilustres arribados a Málaga a lo largo del siglo XIX. Había nacido en San Román de Cameros, provincia de Logroño, el 29 de julio de 1859, hijo de Manuel Sáenz y de Inés Calvo. Pertenecía a una familia muy humilde y en 1868, con solo 9 años, emigró a Úbeda para trabajar en un comercio de tejidos.

En 1874, con 15 años, llegó a Málaga. Al año siguiente lo encontramos ya empadronado junto a sus dos primos, Manuel y Julián Sáenz Benito, en el número 60 de la calle Nueva, esquina a la calle Zapateros. Había venido para trabajar en una sastrería y tienda de tejidos al arrimo de un pariente, Matías Benito Sáenz, que llevaba establecido en Málaga desde mediados de siglo. Allí estuvo aprendiendo el oficio como dependiente hasta 1883, fecha en la que, con 24 años, se independizó de su pariente y, con 6.000 pesetas que tenía ahorradas, se estableció por su cuenta en la misma calle Nueva 53-55, esquina a la calle Almacenes, abriendo una ropería asociado a Sebastián Giménez Ibáñez, natural de Noviercas, provincia de Soria, y 17 años mayor que Félix Sáenz. Allí se fundó, en 1883, la sociedad Giménez y Sáenz Calvo, germen de los futuros almacenes.

A principios de 1889 Félix Sáenz y Sebastián Giménez se trasladaron a la calle Sagasta 2, en la que sería la sede definitiva del comercio. Para el traslado del local de la calle Nueva a la calle Sagasta se cuenta una curiosa historia que explica muy bien el carácter resolutivo y decidido de Félix Sáenz. No he podido verificar en la prensa de la época esta anécdota, que referimos tal cual la hemos leído10. Un día, cuando Félix Sáenz fue a abrir su tienda, se encontró con que unos operarios municipales estaban procediendo a la demolición del edificio por amenazar ruina, demolición que no había sido previamente notificada. Ante la gravedad de la situación y sin más demora, emprendió el traslado de toda la mercancía y enseres de la tienda a un nuevo local, que con el tiempo se acabaría convirtiendo en definitivo, en la calle Sagasta. En cambio, lo que sí está documentado, y es prueba del carácter generoso de Félix Sáenz, es que con sus primeros ahorros compró la casa en la que vivían sus padres en San Román de Cameros.

Hacía 1890 debió de disolverse la sociedad con Sebastián Giménez, puesto que desde 1891 lo encontramos ya solo al frente del negocio. Al poco, Félix Sáenz se casó con Rosario Munsuri Hernáiz y se fue a vivir con algunos sobrinos al mismo edificio de la calle Sagasta 2, mientras que sus empleados lo hacían en los pisos superiores del inmueble, según costumbre tradicional del gremio de los comerciantes malagueño.

Poco a poco el negocio fue prosperando y Félix Sáenz fue comprando las casas   aledañas a su negocio, hasta hacerse con toda la manzana. Así, en primer lugar, adquirió el edificio contiguo y recién construido de la calle Moreno Carbonero 11, esquina a la calle Sagasta y obra del arquitecto Jerónimo Cuervo. A continuación fue comprando solares de la calle Sebastián Souviron 3 al 21, en el que levantó en 1901 un edificio con proyecto del arquitecto Fernando Guerrero Strachan. Finalmente, el conocido edificio de los Almacenes Félix Sáenz, fue obra del arquitecto Manuel Rivera Vera, que ya había construido en 1908 el edificio de la calle Alarcón Luján 1, esquina a Puerta del Mar y que tanto había gustado a Félix Sáenz. El edificio que todos conocemos se terminó en 1914 y tiene influencias neobarrocas y catalanas, porque los balcones de su segundo piso recuerdan a la Casa Batlló de Gaudí. En enero de 1915 el Ayuntamiento le concedió la cédula de habitabilidad y, desde entonces, ocuparon toda la manzana los Almacenes de Tejidos y Novedades de Félix Sáenz Calvo.

Desde 1902 apadrinó a Antonio Baena, que empezó de botijero en las obras de la calle Larios y que se convirtió en el maestro de obras de los muchos proyectos que Félix Sáenz llevaría a cabo a lo largo de su vida. Las más conocidas son las llamadas popularmente Casas de Félix Sáenz en el Paseo de Reding, de Guerrero Strachan, pero también fue promotor de viviendas en Melilla o de unas modernas escuelas, cuya primera piedra puso el mismísimo Alfonso XIII en 1926 y que no llegaron a realizarse. Félix Sáenz se había educado en una escuela gratuita que había en su pueblo, creada por donación particular y, por eso, siempre quiso donar a Málaga unas escuelas, como habían hecho otros cameranos en sus pueblos.

Después de la crisis industrial de finales del siglo XIX y de la plaga de la filoxera, que arruinó gran parte de nuestros viñedos, muchos vieron en el potencial turístico de Málaga una salida a la crisis económica. Entre ellos estuvo Félix Sáenz, como presidente del consejo y accionista de la sociedad que se había constituido para la compra y rehabilitación del Hotel Hernán Cortés, que en 1918 se convirtió en el Hotel Caleta Palace. Con sus 200 habitaciones (todas con cuarto de baño) era el más moderno de una Málaga que aspiraba a convertirse en una Biarritz o un San Sebastián.

¿Pero cómo consiguió Félix Sáenz convertirse en la segunda fortuna de Málaga, después de la familia Larios? El secreto de su éxito hay que buscarlo en su espíritu emprendedor y en su genio comercial. Compraba al por mayor y de manera masiva en las grandes fábricas catalanas (se decía que cuando iba por Barcelona temblaba la Bolsa), hasta convertirse en su principal cliente. De ahí su conocido eslogan: comprar más para vender más y más barato. En definitiva, Félix Sáenz revolucionó el mercado local y regional por la calidad y buen precio de sus productos, convirtiendo a sus almacenes en los más importantes de Andalucía.

Distribuía sus compras por Andalucía, Extremadura, Castilla-La Mancha, Canarias y el norte de África, para lo que llegó a mantener a nueve viajantes. Su tío, José Sáenz Pastor, vivía en Barcelona y era el que se encargaba personalmente de las compras. Su hermana Rafaela trabajaba en París con uno de los mejores modistas de la época, y le facilitaba valiosa información sobre las tendencias de moda y los nuevos tejidos.

En los almacenes trabajaban 70 empleados cuya máxima era: primero, el cliente; segundo, el buen precio y tercero, la buena calidad. Prueba de ello es la siguiente anécdota: se cuenta que en una ocasión unas clientes suyas, venidas desde Colmenar, se lamentaban en la puerta de los almacenes de que su distracción comprando les había hecho perder el autobús de regreso a su pueblo. Félix Sáenz, que las oyó casualmente, puso su coche y su chófer a disposición de las señoras para que las llevase a su pueblo de vuelta, eso sí, después de que las clientas acabaran sus compras. Félix Sáenz tuvo dos de los primeros coches que circularon por Málaga: uno matriculado en 1911 con la placa MA-47 y otro de 1912, con matrícula MA-89.

Pero no todo fue un camino de rosas para Félix Sáenz. La riá de 1907 acabó con gran parte de las existencias de su almacén, cuyas telas se cuenta que flotaban por el Guadalmedina.

Félix Sáenz fue el segundo Hermano Mayor que tuvo la Congregación de Mena (1924-1926), mientras que su mujer, Rosario Munsuri, fue la camarera mayor. Le cupo el honor de traer por primera vez a la Legión a Málaga en la Semana Santa de 1925. El Jueves Santo llegaron en hidroavión a nuestra ciudad el general Primo de Rivera y el coronel jefe del Tercio, un tal Francisco Franco. Tras comer en la casa de Félix Sáenz, Primo de Rivera presidió desde la Tribuna Oficial el desfile de la procesión, mientras que Franco hizo lo propio en cortejo procesional, delante del Cristo de Mena.

Félix Sáenz también sacó tiempo para la política y para defender los intereses de los malagueños. Además de presidente del Círculo Mercantil en 1900, fue concejal en 1901, teniente de alcalde y presidente de la Junta de Festejos, puesto desde el cual dio un impulso a la feria malagueña. Fue, además, diputado y senador vitalicio. Amigo personal del rey Alfonso XIII, fue condecorado por la Cruz Roja en 1900 por la ayuda prestada en el naufragio de la fragata Gneisenau. También recibió la Gran Cruz de Isabel la Católica. Fue nombrado Hijo Adoptivo de Málaga en 1925. La plaza donde abrían sus puertas sus conocidos almacenes recibió el nombre de Félix Sáenz en 1922.

El día 8 de diciembre de 1926 Félix Sáenz había estado trabajando, como un día más, en sus almacenes, atendiendo directamente a sus clientes, como solía hacer. Por la noche, ya en su casa, se sintió indispuesto. Falleció poco después de un paro cardíaco. Su entierro fue, quizá, uno de los más multitudinarios que se recuerdan en Málaga, a tenor de las fotos que conservamos y de la información de la prensa. Su corazón estaba muy cerca del pueblo por su humilde extracción social. El cortejo partió a las tres de la tarde desde su casa Parque Rosario en el Limonar y, atravesando todo el Centro de Málaga, se dirigió hasta el cementerio de San Miguel. Lo presidían, además de su viuda y sus sobrinos, el alcalde, el gobernador civil y el gobernador militar, el presidente de la audiencia, el presidente de la recién creada Agrupación de Cofradías, su fiel amigo Antonio Baena... En la calle Larios se congregó un gran gentío. Nunca, aseguraron los cronistas, había conocido Málaga tan sincera y sentida manifestación popular de duelo.

Así murió el genio del comercio, que llegó sin nada y lo consiguió todo.

Nota


10- SESMERO, Julián: Paseo romántico por la Málaga comercial, Editorial Bobastro, Málaga, 1985, página 113.