Por Fernando Alonso González
Luciano Martínez de Llera
nació en Laguna de Cameros en los últimos años del siglo XVIII y llegó a
Málaga hacia 1810, según lo atestiguan los libros de padrones municipales.
Estableció su casa de comercio en la calle Nueva y, según Bejarano, era de las
más antiguas de Málaga. Se dedicó al préstamo de dinero, como otros muchos
cameranos, y reunió una buena fortuna. En la primera guía de Málaga de 1861,
Luciano Martínez aparece en el listado de los comerciantes capitalistas.
Que fue un acaudalado
comerciante y un hombre rico lo prueba la anécdota que cuenta Domingo Mérida.
El 6 de mayo de 1856 Luciano Martínez fue secuestrado por unos bandidos que,
tras pedir un sustancioso rescate, lo encerraron en una cueva. A Luciano no le
faltaron arrestos para escaparse unos días más tarde, cuando ya se había pagado
una pequeña cantidad de la suma que pedían los malhechores. Quién dijo que la
historia es aburrida.
A este camerano le debemos el
nombre del pasaje de Luciano Martínez, que antiguamente se conocía como de don
Luciano Martínez. Me refiero a esa callecita que empieza frente a la iglesia de
la Concepción y termina en la puerta de la iglesia de San Juan. Antiguamente no
existía. Se construyó sobre las tres casas que tenía Luciano Martínez en la
calle Nueva (números 28, 30 y 32). Hoy existen dos soberbios edificios, uno a
cada lado de la calle, que se levantaron con su dinero en los años 70 del siglo
XIX. Cuando se abrió esta nueva vía se la conoció simplemente como pasaje de
calle Nueva, antes de ser bautizada por el Ayuntamiento con su actual
nombre, pasaje de Luciano Martínez. A este camerano también le debemos
otra importante intervención urbanística en el centro de Málaga: la unión de la
calle Andrés Pérez con Carretería a partir de unas casas que eran de su
propiedad.
Aunque hoy ya nadie sabe quién
era Luciano Martínez, en su época fue un comerciante rico e importante, que se
relacionó con la crema de la oligarquía malagueña. Consta entre los dirigentes
de la Congregación de la Virgen de Valvanera (que era la patrona de La Rioja),
juntos a Martín Larios y a Tomás Heredia Livermore. En su testamento dejó doce
casas que había reunido en distintos lugares de la ciudad, además de algunas
fincas rústicas. Nombró albaceas testamentarios a los hermanos Martín y Juan
Larios.
Luciano Martínez de Llera no
se casó, por lo que no dejó descendencia directa. Vivía con una hermana en sus
casas de la calle Nueva. Conocemos la fecha de su óbito: el 18 de marzo de
1864.